domingo, 15 de noviembre de 2009

LAS GENEROSAS MANOS DE ANCHIETA. José de Anchieta y La Laguna


Bruno Giorgi: Padre Anchieta. Bronce.1960. Foto: L. Trujillo.

En el discurso de apertura del Congreso Internacional «IV Centenario de Anchieta» —Universidad de La Laguna, del 9 al 14 de junio de 1997—, Antonio Rumeu de Armas, entonces Director de la Real Academia de la Historia, llegaría a decir que «...Hoy en la bella plaza lagunera del Adelantado se levanta una digna casona que la tradición señala como aquella en que nació y vivió el apóstol del Brasil. Hay eruditos que ponen en duda la veracidad del natalicio en ella. Pero nadie vacila, en cambio, en considerar que dentro de los muros se desarrolló la vida del beato durante la niñez y la adolescencia...». Valgan estas palabras del admirado historiador tinerfeño para subrayar la importancia que tiene poder contar con un enclave de tanta importancia para la historia de la cultura universal y de forma especial para La Laguna, la ciudad de José de Anchieta (1534-1597), que fue la fragua en donde se forjó la personalidad de tan magno personaje y el sitio donde tuvo lugar el hecho insólito del primer impulso que le proyectó hacia las grandes metas que, diríamos, el destino tenía reservado a la figura de mayor relieve nacida en nuestras Islas.

A pesar del desgaste que proviene de la intemperie social en la que se vive, volvemos a sorprendernos; sin embargo podemos decir que la vitalidad de una ciudad y de sus gentes se puede apreciar, entre otras cosas, por su capacidad de sorpresa, en ese sentido es un síntoma positivo. La sorpresa nos llega ahora del «...rumor que corre por la rumorosa ciudad del Patrimonio de la Humanidad...», por decirlo con palabras de Eliseo Izquierdo, tan preocupado siempre por estas cosas (Diario de Avisos, 09.09.2009). Estos desalentadores rumores se manifiestan periódicamente, como si de ecos que se reflejan en plazas y calles de la vieja ciudad se tratase. Vuelven a propagarse las dudas, quizás por afanes procedentes de ámbitos de mirada poco favorecida por la diosa Minerva, pero precisamente por eso se convierten siempre en iniciativas perturbadoras del recto proceder. Se viene insistiendo en que existen intereses que empujan sin cesar sobre el Ayuntamiento para desviar el uso recto de la Casa de Anchieta, que no es otro que el que señala la razón más noble: recoger en ella muchas de las valiosas huellas que el andar legendario del Beato nos dejó y dignificarla con la excelencia de su uso al estudio y a la memoria del hijo más preclaro de La Laguna y de Canarias.

No es la primera vez que esto ocurre, el mismo sonido inquietante se ha oído en el pasado no muy lejano. En el año 2001, por ejemplo, se lanzó al aire, en un desatento decir, otros usos sugeridos por la improvisación y posiblemente por los personalismos con los que con tanta frecuencia se castiga a la Ciudad. Es posible que el Padre Anchieta esté guiando la nobleza que por suerte, y contra viento y marea, aún permanece entre nosotros; seguramente bajo su protección bien simbolizada por las generosas manos de la magnífica escultura de Bruno Giorgi (1908-1993) que vuelve permanentemente la vista hacia nosotros. Los esfuerzos realizados por el Ayuntamiento, las Instituciones Cívicas de la Ciudad y la aportación personal de muchos laguneros no puede caer en saco roto, por decirlo así; todo lo contrario, es el momento de que se cumplan sin dilación todos los compromisos corporativos que se suman a una larga lista de promesas que se han debilitado en el camino.

Partiendo de fechas no tan lejanas, sabemos que en el ilusionado ambiente creado por la llegada de la primera corporación democrática en 1979, se desperezó el interés dormido por la figura de Anchieta y la casa de la Plaza del Adelantado; se celebró dignamente el 450º aniversario del nacimiento del Beato lagunero entre el 11 y 19 de marzo de 1984; la semana de actos fue clausurada en el Teatro Leal —ya teatro público— por los discursos del Alcalde y del Vicepresidente del Instituto para la Cooperación con Iberoamérica, Inocencio Félix Arias Llamas, en los que se proclamaba una acción decidida por la difusión de la importante obra de Anchieta «...el precursor de la cooperación...» —llegó a decir Arias—; también se resaltó por parte del alcalde Pedro González, el deseo entonces compartido de la creación de una Cátedra Anchietana en La Laguna «...de donde se irradie todas esas dimensiones humanas e intelectuales del Beato José de Anchieta...», todo ello se justificaba por la emoción del momento pero es obligado decir que fue una actitud que tuvo reflejos positivos en el bienio1984 a 1986, pues desde entonces se han dado pasos muy importantes en el sentido adecuado para fortalecer la memoria en la egregia figura y su vínculo con La Laguna.

Sin apartar la mirada de la Casa de la Plaza del Adelantado, cuya adquisición se convirtió en uno de los objetivos prioritarios, se iniciaron entonces las no fáciles gestiones para su compra que tuvo que esperar hasta 1989, con una transacción a tres bandas, que si bien hizo posible la municipalización de la casa, sin embargo dio lugar a la pérdida de la huerta aledaña, tan importante en este tipo de edificios históricos. Por otra parte, se generó una desacostumbrada actividad por el estudio de la obra escrita de Anchieta que tuvo como primer e importante fruto el libro José de Anchieta, vida y obra (1988), compendio de los estudios realizados bajo la coordinación del Departamento de Filología Clásica de la Universidad de La Laguna y editado por el Ayuntamiento, obra y esfuerzo que han resultado ser fundamentales no sólo para un más amplio y mejor conocimiento de la biografía y de la obra de Anchieta, sino también para el establecimiento de relaciones e intercambios entre Coimbra, São Paulo y La Laguna, los tres centros de mayor importancia —pero no los únicos— relacionados con Anchieta, estableciéndose importantes vínculos políticos, culturales y académicos a través del Atlántico, de lo que ha sido principal exponente, entendemos, los congresos conmemorativos del IV Centenario de Anchieta organizados en São Paulo, Coimbra y La Laguna en 1997.

La Laguna fue distinguida por la UNESCO, sobre la base de su valor arquitectónico y modelo urbanístico, con el título de Ciudad Patrimonio de la Humanidad (1999) y en la actualidad se viene celebrando acertadamente el décimo aniversario de ese acontecimiento. Pero las ciudades poseen también el otro patrimonio, el patrimonio por excelencia que es el hombre; podríamos decir que la ciudad hereda el hálito espiritual de sus habitantes del pasado y del presente de cuyo alimento se nutre y constituye el legado más preciado. ¿Nos estamos olvidando del hombre obnubilados por la inmisericorde practicidad? No es posible, nos resistimos a creerlo. Como es sabido este año se cumple el 475º aniversario del nacimiento de Anchieta, efemérides que se anunció en el Ayuntamiento el pasado mes de marzo, pero a pesar del interés demostrado por algunos «anchietanos», lo avanzado del año nos hace volver a la realidad de la inexplicable indiferencia.

Pensamos que no debe seguir postergado el Proyecto de Anchieta. Consideramos que la mayor celebración que en estos momentos se puede hacer en su honor, evitando injustificadas dilaciones, es el anuncio oficial del Ayuntamiento Pleno de hacer suyo el proyecto de Anchieta, avalado tantas veces por los acuerdos municipales, por la anuencia de las instituciones cívicas y por el deseo de los ciudadanos en general, y que no pase más tiempo para que en un acto solemne y decidido se dedique al mismo la Casa de Anchieta, lugar hacia el que dirigimos colectivamente la mirada, como ha sido siempre. Añadamos finalmente que siendo Anchieta un patrimonio que trasciende los límites municipales, sería muy deseable que esta importante iniciativa del consistorio lagunero fuese apoyada sin reservas por el Gobierno de Canarias, el Cabildo Insular de Tenerife y los órganos competentes de la Administración Central.

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